En los años 50, el mundo descubrió que México podía desafiar a la velocidad.
La Carrera Panamericana se convirtió en una leyenda, y Porsche fue uno de sus protagonistas.
Hoy, siete décadas después, otro nombre mantiene encendida esa pasión por ir más allá: Timo Bernhard, uno de los pilotos más respetados en la historia contemporánea de la marca.

Aunque nunca ha corrido la Panamericana, su carrera representa el mismo espíritu: el de un piloto que no compite solo contra el reloj, sino contra sus propios límites.

El hilo invisible entre la Panamericana y Bernhard

En 1952, Hans Herrmann y Jaroslav Juhan cruzaban México a bordo de un Porsche 356 Super, conquistando el respeto del mundo.
En 2010, Timo Bernhard hacía historia en las 24 Horas de Le Mans, repitiendo la hazaña de aquellos pioneros, pero en una era dominada por la tecnología y la estrategia milimétrica.

Ambos momentos están separados por décadas, pero unidos por una misma constante: la determinación Porsche.
Esa búsqueda inagotable de equilibrio entre potencia, resistencia y precisión.

El ADN Porsche en movimiento

Bernhard ha representado a Porsche en prácticamente todas las categorías posibles: rally, resistencia, prototipos híbridos, GT y Le Mans.
Su dominio del Porsche 919 Hybrid, uno de los autos más avanzados jamás creados, no es solo una muestra de talento, sino una extensión natural de la filosofía que nació en México:
construir máquinas que no se rompan cuando el camino se pone difícil.

Así como los pilotos de la Panamericana enfrentaban calor, altura y rutas imposibles, Bernhard enfrenta curvas digitales, velocidad sostenida y competencia sin margen de error.
En ambos casos, el resultado es el mismo: una danza entre hombre, máquina y destino.