La Valenciana tesoro de Guanajuato

La Valenciana, tesoro de Guanajuato

Catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1988, Guanajuato es una de las ciudades más bonitas de México, que brilla al atardecer, cuando las casas con fachadas de colores que cuelgan en la ladera de la montaña se iluminan con una luz dorada. Es un lugar divertido, donde las calles principales son subterráneas, ahuecadas en arcos como pasajes medievales.

La transición de Guanajuato de un centro minero a una economía en gran parte post industrial, se ha centrado en convertirse en un centro de turismo cultural.

El centro de la ciudad, con el laberinto de callejuelas entrelazadas, su animado zócalo en el jardín de la Unión derrumbándose bajo ficus, su antiguo teatro, sus estudiantes vestidos de trovadores que cantan de noche, se puede visitar con deleite.

La carretera Panorámica que va desde la ciudad colonial de Guanajuato conecta con La Valencia, un pueblo encantador que es lugar del Templo de la Valenciana, también conocido como San Cayetano, una imponente iglesia del siglo XVIII hecha de piedra rosa. Su fachada está intrincadamente tallada en el estilo conocido como churrigueresco, común aquí debido a la influencia española que se remonta a siglos.

Mina Valenciana

Situada cerca de la Mina Valenciana, la iglesia fue terminada en 1778. Desde entonces, el edificio, su altar y retablos laminados en oro, y sus magníficas obras de arte antiguo han permanecido como un recordatorio de la increíble riqueza que tiene la Mina Valenciana y otras similares.

La Valenciana nació cuando la plata se descubrió por primera vez en esta área a mediados del siglo XVII. Un siglo después, esta zona de México produjo el 70% de toda la plata del mundo. E incluso hoy, aunque las minas son menos productivas, todavía se encuentra plata, lo que hace de Guanajuato un gran lugar para aquellos que desean comprar artículos hechos con el reluciente metal.

Pero la historia de la mina ofrece otra mirada, más allá de la magnificencia de las basílicas y casonas que se construyeron con las riquezas que producía. Los españoles manejaban las minas y la gente de Guanajuato trabajaba en sus profundidades.

Estuvo funcionando hasta finales de los años 60s y después de un tiempo reabrió como cooperativa que producía plomo, níquel y oro; aunque desde hace un tiempo detuvo definitivamente sus actividades, convirtiéndose así en uno de los atractivos turísticos más importantes del estado.

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